Aragón Liberal26/09/06
La
asociación Punto de Encuentro Familiar ha logrado que más de 800 padres
separados en Aragón puedan ver a sus hijos sin que por ello resulten
afrentosos los encuentros.
A pesar de que el matrimonio
prevalece sobre las separaciones, y muy porcentualmente el matrimonio
por el rito de la Iglesia Católica, lo cierto es que existen
situaciones de quiebra familiar en las que posteriormente persiste el
dolor encarnado en los hijos. Y es que aunque la tendencia natural de
los seres humanos sea convivir vinculados en el amor y legalmente
formalizada en virtud de las propias convicciones, no por ello siempre
estas relaciones arriban a buen puerto.
Una de las peores leyes
que mayor incidencia y mayor menoscabo ha propiciado a los matrimonios
estables ha sido la del “divorcio express”. Lejos de favorecer la
serenidad frente a los acontecimientos conyugales y de intentar
armonizar y encauzar los extravíos, ha abierto la puerta a la
indefensión, al repudio y a la sinrazón. De ahí que cada vez proliferen
más las rupturas basadas en la falta de compromiso, de correspondencia
y en la superficialidad de las uniones. Perdonar, entender, ponerse en
el lugar del otro y amar sin límite ni medida no equivale a soportar,
aguantar o sucumbir, es mucho más. El matrimonio anclado en la dignidad
del hombre y la mujer y en la fecundidad de su amor superan barreras
insondables.
Pero la realidad nos muestra un mundo lleno de
individualismos, de intereses, de relativismos. Por ello la familia, y
por ende el matrimonio, debe blindarse para que estos oleajes no abatan
lo que de raíz voluntaria y felizmente se ha pactado.
Son muchos
los hijos que ven entre lágrimas la estampa de sus padres destrozados,
quizá en ocasiones por insignificancias que el orgullo y el rencor
alimentan acaloradamente, y por ello optan por la ruptura. Son hijos
queridos y deseados, amados, que han participado de la felicidad y
fidelidad de unos padres que lamentablemente no han sabido mirar el
fondo de sus almas.
Punto de Encuentro Familiar en Aragón,
conscientes de estos dramas, ha logrado siguiendo sus objetivos
asociativos, facilitar espacios neutrales de encuentro en los que sin
peligro ni coacción los padres separados o divorciados puedan amar
libremente a sus hijos.
En el ardor de la esperanza solo cabe
anhelar que la ternura de esos hijos un día llame al corazón de sus
padres, y que mirándose a los ojos surja el perdón y la reconfortable
reconciliación.
vicenbarbarroja