
“La ley de memoria histórica divide” era el editorial de un gran medio de comunicación escrito y que se publicaba el pasado domingo, día 7 de octubre. Estoy totalmente de acuerdo con el editorialista en que no es necesaria, en que la tramitación ha sido un experimento desastroso con el que nadie ha quedado satisfecho y en que es fruto del empecinamiento personal del Presidente del Gobierno.
Estoy convencido, lo he constatado, que muchos lectores de este medio, que como yo han vivido intensamente la transición democrática española, son de la misma opinión.