Ante el terremoto de Perú. Inicia tiva solidaria: Ayudar en Condoray
Por foro aragón liberal - 12 de Octubre, 2007, 0:02, Categoría: General
12.10.2007. Fondo de Baúl
Por: Redactor de Aragón Liberal A 144 km al Sur de Lima se encuentra el Centro de Formación Profesional Condoray. Una manera de promover el desarrollo integral de la mujer a través de la educación, el mejor instrumento para desafiar la pobreza y desarrollar el país Ayudar en Condoray Una ayuda de fuera Este verano hemos estado en Condoray desarrollando un proyecto de
voluntariado. Vivimos en una sociedad con muchos medios: quizá cuando
uno valora todo lo que ha recibido de Dios no se conforma con dedicar
un mes a su descanso, donde muchos días pasan vacíos de contenido. Nosotras hemos ido a darnos y hemos vuelto con las manos llenas.
Hemos sido los primeros beneficiarios del proyecto al experimentar cómo
darse es la manera más rápida de ser feliz. Quizá no hemos visto
ciudades preciosas, llenas de comodidades para el turista. Pero hemos
visto la grandeza del corazón humano cuando lo pierde todo. El terremoto Eran las 18.45 del día 15 de agosto, ya casi de noche (allí es invierno). Acabábamos de regresar de un día de trabajo en los poblados. El
suelo y las paredes comenzaron a sacudirse con fuerza y rapidez.
Salimos corriendo al patio. Del interior de la tierra emanaba un rugido
atronador. Oíamos el ruido de los cristales que se rompían, el techo de
la Iglesia se vino abajo. Sentimos miedo, mucho miedo. Rezamos. En esos momentos sientes la
muerte muy cerca, son momentos dónde el alma se queda sola, en
intimidad con Dios. Uno descubre que la vida no es propia. A mí me dio
vergüenza comprobar que todavía no había hecho nada de mi vida. Y me
encontré apretando los labios pidiendo en mi interior más tiempo,
tiempo para llenar la vida de las cosas que merecen la pena. Tres minutos después, todo se quedó quieto. Un silencio cortante,
sólo interrumpido por el estrépito de los cristales al caer. Mucha
incertidumbre e inquietud. Había amenaza de réplicas fuertes, perdimos
la comunicación, estábamos sin luz, sin poder movernos y la noche se
echó encima. Pasamos la noche al aire libre. Nos arropamos todas juntas
en unos colchones, vestidas, con los zapatos puestos y con la mochila
por almohada, por si teníamos que salir corriendo. Había demasiada
tensión, sólo a ratos pudimos dormir. La noche fue larga. Quién nos iba
a decir que pasaríamos una noche viendo las estrellas a 75 Km del
epicentro de un terremoto, tan lejos de nuestros hogares. Esos momentos
no se olvidan. Al día siguiente… El día 16, nada más amanecer nos pusimos a disposición completa de Condoray. Desde muy temprano Mónica Ríos, Diana Celi, Milagros Panta y su
equipo estaban organizando un plan urgente de auxilio a los poblados,
para ver cómo se encontraba la gente y cuáles eran las necesidades
prioritarias a cubrir. La mayor parte de las casas de adobe se han derrumbado, los techos
sucumbieron violentamente, llevándose incluso la vida de algunos. Han
improvisado carpas de plástico y esteras, donde pasan las noches,
asustados por las réplicas. Apenas disponen de alimentos y lo poco que
tienen lo preparan en las ollas comunes. Hace frío, por las noches hay
heladas, y están sin ropa de abrigo. Han sufrido saqueos nocturnos que
les han llenado el alma de miedo. Están pasando serias necesidades Y
allí siguen todavía, a la intemperie. Allí se están haciendo una
familia única, cargada de necesidad. Al llegar hasta allí, fuimos con urgencia a comprar esteras para que
las familias pudieran construirse una choza que les protegiera del frío
y de la desnudez de verse sin nada. Hemos descargado camiones de comida
y repartimos en los poblados hasta el anochecer. Los días de saqueos,
los hemos dedicado a estar con las familias, escuchando sus situaciones
personales, viendo sus necesidades, consolando, dándoles ánimos,
acompañando. El ejemplo de un pueblo Hemos trabajado bajo la Dirección de Condoray, compartiendo todo, y
no las hemos visto descansar un sólo minuto. Después de la cena, las
luces de las oficinas seguían encendidas. Hemos visto como se han
volcado con todos los que tenían necesidad, incluso con nosotras.
Estábamos lejos de nuestros hogares, pero allí nos han hecho sentir
como en casa. Quiero hacer una mención especial al trabajo ejemplar de las
promotoras rurales. Ellas son las mujeres del Valle, las verdaderas
protagonistas de su desarrollo. Se forman en Condoray y son las
responsables de "repicar" lo que aprenden en sus poblados. Estos días nos han dado un ejemplo de generosidad y entrega a los
demás fuera de lo normal. Han olvidado sus necesidades personales-
también ellas lo han perdido todo- y han salido a las calles, a llamar
a todas las "puertas" de sus vecinos para cuantificar el alcance de los
daños. Gracias a su trabajo, se podrá llegar a aquellos rincones donde
parece que nunca llega la ayuda. La palabra más escuchada en estos días ha sido: "gracias señorita".
Han perdido lo poco que tenían. Les queda como único consuelo la vida.
Y siguen dando las gracias, dan gracias a Dios por ello. Son gente
ejemplar, gente que crece en las dificultades. Gente que tiene un motor
en el corazón que les impide hacer drama de la vida. Siempre para
adelante, siempre alegres. Son un pueblo sencillo cuya fe mueve
montañas y estoy segura que levantar casas, pueblos enteros. Este es el fundamento de su serenidad y de su alegría. Para ellos,
que tienen a Dios de su lado, pase lo que pase, no pasa nada. "Siempre
alegres", repetía Isabel Charún, viuda desde febrero, madre de 13
hijos, de cuya casa sólo quedan algunos escombros. Para mí ha sido un
ejemplo de fortaleza en medio del dolor, en brazos de la cruz. Hemos
vivido nuestra "misión especial" con mucho cariño y asombro. Hemos intentado ayudar a unas personas que nos han dado una de las
lecciones más bonitas de la vida. Hemos dejado allí muchas historias
personales, con sus nombres y apellidos. Nosotras hemos regresado, pero
se ha quedado allí parte de nuestro corazón. Creo que no podremos
evitar volver. Una forma de vida También pienso que no es necesario irse tan lejos para poder ayudar.
Aquí, en nuestra sociedad, existe mucha pobreza. Vivimos rodeados de
muchas necesidades. Quizá no sea material, pero sí convivimos con mucha
soledad, con un fuerte individualismo, con la ausencia del sentido de
la vida y de búsqueda de la verdad, con la ausencia de fe y la falta de
formación esencial para la vida. También aquí podemos tener un verano o
un invierno diferente. |
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