Acaba de contarme mi hermana la sorpresa que le trasmitió su hija,
tan inteligente como guapa, y no es porque sea mi sobrina, ojo, y con
un nombre tan sugestivo como Lepósova, de hondas raíces yugoeslavas,
que a su personal interés por estos temas, añade el tener hijas, amén
de sobrinas, en “edad de merecer”, como se decía antes, a las que
aleccionar y desbrozar conceptos. Al comentar mi escrito sobre “Lo que
todo el mundo sabe,…..”, de pronto vio claro aquello que se decía sobre
que el feto está en el cuerpo de la madre, pero no es el cuerpo en sí
mismo.
Y se le ocurrió una comparación que quizás a alguien le choque, pero
que no deja de ser tremendamente explícita en su misma sencillez, que
no me resisto a compartir con ustedes, por si también puede aportar
algo a alguien, ayudando a aclarar ideas.
Esto del embarazo, decía ella, es como un camionero, cuyo vehículo,
grande, hermoso, sólo admite la carga que su dueño quiere aceptar. Sin
embargo esta carga no es suya. Está en su camión, pero no es suya. Y
responde por la misma hasta el momento y el lugar acordados para la
entrega. Y algunas veces hasta de la fecha: y si no que se lo pregunten
a los conductores de camiones frigoríficos que llevan mercancías
perecederas. Y a partir de la entrega vuelven a estar libres para
ejecutar otro porte.
Que a su vez puede o no puede aceptar, en función de muchas
variables: su destino, tipo de mercancía, riesgos, condiciones,…etc.,
pero que una vez aceptado, no le queda otro remedio que entregarlo en
debida forma. No puede tirarlo en el primer barranco que se encuentre.
Debe protegerla de ladrones, saboteadores, del frío, del calor, y de
cualquier agente que intente perjudicarla.
Y no se me esconde que esta mercancía, puede ser incorporada activa o pasivamente.
En el primer supuesto, la mujer debe pensar antes de aceptar el
encargo, o el riesgo de encargo, si quiere asumir la responsabilidad de
entregar dicha mercancía que le colocan con su indudable colaboración,
en debida forma de plazos y estado.
El segundo supuesto la decisión es más personal. Se trata de
deshacerse de una indeseada mercancía, pero teniendo en cuenta que no
se trata de patatas, pollos, huevos o naranjas, por decir algo, sino de
un ser humano ya formado, con todas sus connotaciones, y que si fuera
mayor, se defendería con todas sus fuerzas. Ahora también se defiende,
pero no tiene fuerzas.
Alberto López Palanco